En el lactante, hasta el 6º-8º mes, se mantendrá el pie descalzo. Si el ambiente es frío, se abrigará con un patuco o un zapato-guante flexible sin suela ni contrafuertes.
Al comenzar a gatear, la existencia de puntera evitará fundamentalmente lesiones en las uñas.
Tras comenzar a caminar, el calzado se adaptará sin oprimir ni alterar los ejes propios del pie, permitiendo el correcto funcionamiento de sus articulaciones.
Las características más importantes a tener en cuenta son las siguientes:
-La suela debe de ser fácilmente flexible mientras el niño camina.
-No es necesario que incluya la articulación del tobillo, para poder permitir una buena movilidad de dicha articulación.
-Los zapatos deben ser ligeros para disminuir el gasto energético del niño.
-La parte superior debe de estar hecha de material poroso que permita la evaporación de la humedad y la transpiracion, evitando la maceración y las infecciones por hongos.
-Los zapatos por lo general deben ser planos; una superficie convexa provocará inestabilidad lateral y un talón elevado puede forzar el arco del pie.
-Deberán ser cuadrangulares para adaptarse a la forma del pie, con suficiente espacio para los dedos.
-La adherencia de la suela será moderada, el niño no debe resbalarse ni tener tanta fricción que se pare.
-Las irritaciones de la piel pueden ser consecuencia de zapatos nuevos o mal ajustados.
-En general, los zapatos que son ligeramente grandes son mejores que los demasiado pequeños para el niño.
-Se aconseja que se cambien los zapatos antes de que los dedos del niño hagan presión contra el frente del zapato.
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